Es difícil imaginarse un casino y no asociarlo enseguida con la figura del crupier. Esto tiene que ver con que este cumple un rol clave y su trabajo es de vital importancia para el correcto funcionamiento de una casa de juegos.
Los crupiers tienen una tarea para cumplir en todos los juegos de mesa. Se forman para desarrollar diferentes habilidades y de esta manera poder desempeñar bien su rol. Pero lo cierto es que sus funciones han ido modificándose con el correr del tiempo.
Si estás interesado en conocer la historia de los crupieres y quieres entender por qué su rol en los casinos es tan importante, sigue leyendo y descúbrelo.
El rol de un crupier
Antes de ahondar en el origen y evolución de los crupieres, es bueno recordar cuál es su rol en un casino. En principio, están encargados de dirigir y supervisar todas las mesas de juego. Se puede decir que cumplen un rol fundamental en el correcto desarrollo de todos los juegos de mesa. Si bien en algunos solo están encargados de supervisar el correcto desenvolvimiento de la partida, en otros también deben jugar.
Además, son la cara visible del casino y por eso su presencia es tan importante. Cosas tan sutiles como su vestimenta, su forma de conversar y de tratar al público determinarán en gran medida el éxito de un casino. Recordemos también que un casino es más que un conjunto de juegos de azar. Es una experiencia completa que involucra a todos los sentidos y que debe hacer sentir a gusto al visitante desde el mismo momento en el que ingresa.
Es por todo esto que se dice que el crupier cumple una doble función, siendo anfitrión y supervisor al mismo tiempo.
Una figura que existe desde tiempos remotos
Los juegos de azar existen desde tiempos inmemoriales. Hay registros históricos de diversos lugares del mundo que dan cuenta de esto. Algunos jugaban con huesos como si fueran dados, otros tallaban dados en marfil o madera y otros ya jugaban a juegos similares a los naipes o la lotería.
Con el pasar del tiempo, los juegos de mesa tomaron un poco más de estructura y, si bien en muchos lugares estaban prohibidos, la gente se las ingeniaba para poder jugar igual. Así fue que las posadas se fueron convirtiendo, mediante algunas argucias de los dueños para evadir la ley, en lugares de juego.
Estos juegos se desarrollaban sin la intervención de nadie, pero los lugares se vieron en la necesidad de incluir una persona que interviniera en momentos de conflictos. Las peleas entre los jugadores se sucedían con frecuencia, y por eso fue que apareció la figura del Caupo o Mesonero, cuyo único rol era el de mantener el orden y el de dirimir conflictos.
Con el ingreso a la Edad Media y el surgimiento de los primeros casinos oficiales en Italia y Francia, aparece la figura de la banca y con ella la necesidad de que alguien se encargara de administrarla, de cobrar y de pagar. A su vez, era preciso que alguien imparcial gestionara los juegos, repartiera las cartas, lanzara los dados y fuera capaz de determinar rápidamente quien ganaba y quién perdía.
Además, en Europa surgió un nuevo juego. Se trataba de una especie de lotería en la que había una bolsa con papeles con números que iban del 1 al 70. El casino tenía un empleado designado que se encargaba de sacar un número al azar y aquellos que habían apostado por ese número ganaban. Como el sistema de los papeles comenzó a generar cierta desconfianza, se inventó un mecanismo en el que los números giraban a la vista de todos: una ruleta. Es aquí cuando se hace imprescindible la figura del crupier.
La historia continúa
Desde esta primera aparición, la función del crupier se mantuvo, pero la naturaleza de los casinos fue cambiando e, inevitablemente, esta figura también tuvo que ir adaptándose.
En la época en que solo asistía la aristocracia, el casino era un lugar en el que se hacía alarde de la riqueza mediante las pérdidas. Los nobles perdían grandes sumas de dinero sin inmutarse y esto daba cuenta de sus grandes fortunas.
Con el paso del tiempo, los juegos de azar fueron llegando a otras clases sociales y las pérdidas no eran vistas con buenos ojos. Entonces los crupieres tomaron otro rol: debían mediar entre los apostadores y la banca.
Además, la variedad de juegos fue en aumento y los crupieres comenzaron a tener la posibilidad de ir especializándose y de hacer carrera. Los novatos comenzarían a administrar mesas sencillas con apuestas pequeñas, mientras que los más especializados irían a las mesas con juegos más complicados y apuestas de mayores montos. Si te interesa el tema, no te quedes sin conocer los secretos de los crupieres y cuál es su formación para trabajar en casinos.
La aparición de los casinos online
Con la irrupción de los casinos online, se genera un nuevo cambio de paradigma. Parecía que el rol del crupier iba a quedar obsoleto, pero no. Es tan atractiva esta figura que los casinos online fueron adaptando sus juegos más emblemáticos como la ruleta, el blackjack o el baccarat, para que los crupieres pudieran seguir teniendo participación.
Esto tiene que ver con que el casino, además del entretenimiento que genera el juego en particular, brinda una experiencia social en la que la interacción humana sigue siendo una cuestión importante.
En los últimos tiempos, los crupieres tuvieron que adquirir una nueva habilidad: la de actuar como presentadores de televisión. Los juegos con dealer en vivo se graban en sets de televisión, y, al tener la interacción limitada, los crupieres deben tener la capacidad de entretener a través de un monólogo y de comentar las partidas.
La importancia de un buen crupier
La figura del crupier existe desde siempre y, si bien algunas cosas han ido mutando, la esencia se mantiene. Para ser un buen crupier es necesario ser ágil mentalmente y saber de juegos de azar, pero también hay que tener carisma, ser simpático y tener dones de buen anfitrión. Esto hará que el apostador se sienta cómodo y en confianza.
De todos modos, independientemente de qué tan agradable y correcto sea el crupier, no hay que perder de vista el juego y la importancia de apostar siempre con responsabilidad. Una recomendación que no cambia con el pasar del tiempo.