Hoy es casi imposible encontrar casinos que no incluyan tragaperras. No importa si son físicos u online, las slots forman una parte importantísima de su oferta. La diversidad es tal en cuanto a mecánicas y temáticas que resulta muy difícil no dar con una que sea de nuestro agrado. Pero, ¿cómo llegaron a ser lo que son y a convertirse en uno de los juegos favoritos de los jugadores de casino de todo el mundo?
Nacimiento y primeros avances
El origen de las tragaperras está relacionado con el póker. Este juego de cartas gozaba de tanta popularidad a mediados del siglo XIX en el oeste de Estados Unidos, que no tardaron en aparecer unas máquinas que lo replicaban de manera automática. Creadas por Sittman y Pitt en 1891, estaban compuestas por 50 tarjetas y 5 tambores que giraban buscando conseguir la mejor mano de póker.
Rápidamente fueron incorporadas a bares y tabernas, donde otorgaban premios que no consistían en dinero en efectivo, sino en productos tales como bebidas y tabaco.
Fue inspirándose en ellas cuando, en 1895, Charles Fey creó en San Francisco la primera máquina tragaperras tal como las conocemos hoy en día. Su nombre era Liberty Bell y consistía en tres tambores que giraban mediante un engranaje que se accionaba a través de una palanca. Funcionaba con monedas e incluía cinco símbolos: herraduras, corazones, espadas, diamantes y campanas.
Como su mecanismo era mucho más sencillo que el de las máquinas que la precedieron, hizo posible el pago de premios en efectivo. El mayor se obtenía al lograr reunir tres figuras de campanas doradas. Algo que hoy día sigue siendo común entre las slots de estilo más primitivo.
El éxito de Liberty Bell fue tan grande, que rápidamente surgieron interesados en comenzar a fabricar máquinas similares. Así, aparecieron varios ejemplares que copiaban el sistema de la original y se fueron instalando en bares, barberías, burdeles y salones.
A esta segunda etapa de la evolución de las tragaperras le debemos dos de sus rasgos más tradicionales. Por un lado, en 1907, un fabricante llamado Herbert Mills decidió incluir frutas entre sus símbolos. Y, poco después, la empresa Bell Fruit Gum le añadió un símbolo que le era propio y hoy es enormemente famoso: el símbolo BAR. Ambos constituyen aún hoy elementos característicos de este tipo de juegos, como puede verse en varios de los que se incluyen en Casino777.
Las tragaperras dan el gran salto
Tuvieron que pasar más de cuarenta años para que una de estas máquinas tragaperras se instalara en Las Vegas. Más precisamente, en el hotel Flamingo Hilton. La propuesta de esta ciudad tuvo un éxito arrollador, que se tradujo en ganancias siderales. Tal es así que, hoy está mundialmente asociada al mundo del entretenimiento y se la conoce como «la meca del juego».
De la mano de este fenómeno, los juegos crecieron rápidamente en popularidad y evolucionaron en consecuencia. Así, en la década del 60, apareció Money Honey, la primera tragaperras electromecánica. A partir de entonces, los mecanismos originales de las máquinas tragaperras comenzaron a ser reemplazados por otros electrónicos, mucho más complejos. La palanca se conservó durante algún tiempo aunque solo porque resultaba pintoresca. Ya no era necesaria para accionar el juego y, con el paso de los años, muchos fabricantes directamente dejaron de incluirla.
En la mitad de la década del 70, las tragaperras dieron un nuevo paso en su evolución, reemplazando los rodillos giratorios por versiones virtuales representadas en pantallas de video. La pionera fue Fortune Coin, de Fortune Coin Company, que generó toda una revolución al utilizar un televisor Sony de 9 pulgadas para mostrar los símbolos.
En 1986, la empresa IGT presentó Megabucks, la primera tragaperras con bote progresivo. Todas las máquinas de Estados Unidos estaban conectadas a través de líneas telefónicas y permitían, gracias a la novedosa mecánica, entregar botes acumulativos en lugar de fijos. Algo que hoy es muy común encontrar en slots online, pero que por aquel entonces significó una gran novedad. El primer bote progresivo que entregó una tragaperras fue a un jugador de Nevada, en Estados Unidos.
El paso al mundo online
Con la llegada de Internet, a finales de la década de los 90, nacieron los casinos online. Y, con ellos, se abrió un nuevo capítulo en la historia de las tragaperras. Las tradicionales, de tres rodillos y funciones simples, comenzaron a ser reemplazadas por otras con desarrollos gráficos más sofisticados y mecánicas mucho más complejas.
Además, se agregaron rondas de bonificación y un sinfín de funcionalidades especiales que potenciaron la emoción del juego original. Se pasó de las primeras máquinas que ofrecían entre 1 y 3 líneas de pago a las que hoy incluyen cientos de miles de maneras de ganar gracias a la mecánica Megaways.
Las tragaperras online ofrecen, además, un RTP mucho más elevado que el de las máquinas más primitivas y la posibilidad de realizar apuestas en un rango más amplio.
El crecimiento del juego online es tan vertiginoso que los proveedores de software de casino se esmeran por presentar desarrollos cada vez más novedosos y atractivos. Por eso, en las secciones de los casinos online destinadas a las tragaperras, como https://www.casino777.es/tragaperras, es posible encontrar títulos de gran calidad, de las más diversas temáticas y para todos los gustos.
El prometedor futuro de las tragaperras
Es muchísimo todo lo que han evolucionado las tragaperras desde su invención a mediados de 1800. Y no es difícil imaginar todo lo que seguirán creciendo y cambiando al ritmo de la creciente demanda de los jugadores y el incesante avance de la tecnología.
Seguramente, de la mano de la realidad aumentada, la realidad virtual, la inteligencia artificial y otras novedades que aún desconocemos, nos esperan desarrollos cada vez más inmersivos y realistas. De hecho, ya hay algunos títulos que han comenzado a incluir algunas de estas tecnologías.
No podemos saber exactamente qué nos deparará el futuro. Pero lo que es seguro es que las tragaperras seguirán entreteniendo a personas de todo el mundo que sepan apostar en ellas con responsabilidad.